Deuteronomio 8.5-6
“Reconoce asimismo en tu corazón, que como castiga el hombre a su hijo, así Yahweh tu Dios te castiga. Guardarás, pues, los mandamientos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y temiéndole.”
A lo largo del Biblia la disciplina tiene que ver con la instrucción, corrección y/o castigo que el Eterno o un padre tiene hacia sus hijos; a su vez es una manifestación de amor que tiene como finalidad dirigir los pasos de la descendencia hacia senderos de rectitud y justicia.
Para que este principio espiritual pueda dar el fruto correcto tiene que verse manifiesto en las autoridades del hogar, empezando por la cabeza, el padre, demostrando que existen leyes en la casa que traen orden a la familia.
La disciplina se hace en lo secreto y se ve manifiesto en lo público a través de la honra, amar a un hijo va mas allá de apoyarlo en todas sus decisiones, significa orientar cuando sea necesario, reprender si las cosas van fuera de orden y disciplinar o aplicar corrección si hay desobediencia y soberbia al no recibir las instrucciones del padre.
De manera que para que adquiera sabiduría tiene que haber orientación, si no se toman las medidas necesarias, los padres quedarán en vergüenza pública por no haber disciplinado a tiempo. Esto es parte del carácter de YHWH.
Como Padre, Él nos va a disciplinar de manera dulce o con vara fuerte dependiendo de la actitud de nuestro corazón, pero todo es con la finalidad de que podamos representarle correctamente en todo lugar donde estemos y podamos ser honrados con sabiduría de lo alto por haber aceptado la disciplina y corregido nuestros pasos.
“Disciplina a tu hijo, y él te dará descanso; sí, el será tu delicia” Prov. 29:17