Somos la luz del mundo

Juan 9.5

“Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy en el mundo.”

En el pacto renovado, la palabra luz está identificada con bondad y santidad. Oscuridad, por el contrario, se asocia frecuentemente con injusticia o mal.

El Señor Yahshua se describió a sí mismo como “la luz del mundo” (Jn 9.5). Invitó a las personas a poner su confianza en Él para que pudieran llegar a ser hijos de la luz (Jn 12.36). El apóstol Juan llamó a Yahshua “la luz verdadera” que alumbra a todos (Jn 1.9). Nuestro enemigo Satanás, que se disfraza como ángel de luz, ha cegado los ojos de muchos para que no reconozcan la verdad del mensaje del evangelio. Por consiguiente, se rehúsan a creer (2 Co 4.4).

La palabra luz tiene significado para los creyentes, también. Al ser salvos, somos trasladados del dominio de las tinieblas al reino de la luz (Col 1.12, 13). Al ser liberados de la esclavitud al pecado, fuimos adoptados por nuestro Padre celestial y recibimos un hogar futuro en el cielo, así como una nueva familia inmediatamente nuestros hermanos y hermanas en Yahshua. Ya no estamos en tinieblas, sino que andamos en la luz del Espíritu Santo.

Ahora somos “hijos de luz” (Ef 5.8), y nuestro llamado es llevar la verdad de la salvación y la vida eterna a un mundo incrédulo. Yahshua nos ha enviado a dar el mensaje del evangelio, y a experimentarlo en nuestra vida diaria.

El apóstol Pablo entendió lo que significaba llevar la luz del evangelio a otros. Se dedicó a compartir las buenas nuevas con los incrédulos, y a nutrir la fe de otros cristianos. Como Pablo, estamos llamados a ser portadores de luz a quienes nos rodean.

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