Mateo 21.18-19
“Por la mañana, volviendo a la ciudad, tuvo hambre. Y viendo una higuera cerca del camino, vino a ella, y no halló nada en ella, sino hojas solamente; y le dijo: Nunca jamás nazca de ti fruto. Y luego se secó la higuera.”
En la palabra de YHWH encontramos varios pasajes en donde al hombre se le compara con los árboles; un árbol está destinado no sólo a florecer si no a dar frutos y para que esos frutos sean buenos, va a depender de la buena la semilla que se siembre. Yahshúa vendrá a pedir cuentas de los frutos que produzca el hombre; todo árbol que no produzca fruto debe ser cortado, sin embargo, vemos como la misericordia de Yahweh nos alcanza por medio de Yahshúa, para que ningún árbol sea cortado si no que permanezca y de buen fruto a su tiempo.
Toda prueba, circunstancia o dificultad tiene su propósito impulsarnos a buscar del Eterno, en medio del proceso somos esa semilla que cae tierra y muere, eso representa que nos humillemos ante Él, reconociendo nuestra debilidad para ser fortalecidos y sostenidos por Él.
Así como otras generaciones sembraron la semilla y hoy nosotros disfrutamos de esa cosecha, así mismo estamos obligados a sembrar buenas semillas proclamando la palabra para garantizar a nuestra descendencia la continuidad de la cosecha.