2 Reyes 4.8-10
“Aconteció también que un día pasaba Eliseo por Sunem; y había allí una mujer importante, que le invitaba insistentemente a que comiese; y cuando él pasaba por allí, venía a la casa de ella a comer. Y ella dijo a su marido: He aquí ahora, yo entiendo que éste que siempre pasa por nuestra casa, es varón santo de Dios. Yo te ruego que hagamos un pequeño aposento de paredes, y pongamos allí cama, mesa, silla y candelero, para que cuando él viniere a nosotros, se quede en él.”
Es muy importante que avivemos nuestra fe, que creamos, confiemos y obedezcamos para que fluyan las bendiciones. En esta historia del profeta y la mujer sunamita, ellos no tenían necesidad, pero ella no dejaba pasar el tiempo para sembrar buenas semillas y no se conformó con darle pan al profeta, sino que fue más allá consultando a su esposo para brindarle aposento, y esto es una buena siembra, y como la creación está sometida al principio de la siembra y cosecha el profeta no podía ser mezquino, y soltó la palabra para bendecir con un hijo a esa mujer.