Lucas 15.11-14
“También dijo: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle.”
Cada proceso lleva su tiempo. No podemos acelerarlo. Una bendición en manos de un inmaduro, en lugar de ser de bendición a veces hasta trae desgracia. En este pasaje vemos que aquel hijo que pidió su parte de la herencia antes del tiempo indicado, no quiso pasar su proceso de enseñanza al lado de su padre sino que decidió caminar su propio camino. Y las consecuencias para él fueron catastróficas. (v.14-16) Como hijos del Eterno debemos aprender a discernir los tiempos del Eterno y a aprender a desarrollar paciencia y esperar que las cosas acontezcan en los tiempos correctos.