2 Timoteo 1.6
“Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos.”
La persona que usted vea con una paciencia y carácter extraordinario no significa que siempre fue así sino que los procesos hacen que las personas desarrollen madurez y aprendan a llevar las cosas con entereza y paciencia de acuerdo al tiempo del Eterno y no su tiempo.
Así como las luces de un aeropuerto son las que guían al piloto al aterrizaje durante la noche, así las personas con discernimiento aprender a ser guiados por la luz del Eterno. Pero es necesario avivar el fuego del Espíritu que hay dentro de cada uno sin dejar que se apague por ninguna circunstancia.
Después de cometer el error y fallar debemos volver recapacitar, sin llantos ni lamentos, a un hijo su padre lo ve a lo lejos y corre a su encuentro, esa es la actitud de un padre con su hijo: si estas arrepentido levántate y no peques más, no estamos para juzgar, así como el padre no juzga a su hijo, ¿Cuántas veces hemos caído? Y sin embargo estamos aquí porque hemos tomado la decisión correcta y hemos decidido levantarnos y avanzar.
¿Cuántas veces hemos caído? Pero la actitud de Yahweh siempre ha sido la de un padre y ha estado allí esperando a que volvamos en sí y nos arrepintamos y continuemos avanzando. Tú no estás muerto, aún vives levántate y resplandece, aviva tu fuego y vendrá el cumplimiento de la promesa sobre ti y sobre tu casa.