Colosenses 3:8
“Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca.”
Amados, cuando nos dirigimos a otras personas, siempre es preferible hacerlo con mansedumbre, tranquilidad, dulzura, pues además de ser un mandato divino, existe una condición natural que inspira a reflejar las conductas, como una especie de espejo, siendo poco probable que alguien responda malamente a un amable pedido.
En esta oportunidad el versículo expuesto, nos invita a eliminar toda suciedad dentro de la conducta y sobre todo en nuestro lenguaje, puesto a que ello atrae los efectos que puede causar el enemigo, llenándonos de negatividad y dañando nuestro vínculo con el padre celestial. Dios es fiel, el siempre cumple sus promesas, nosotros debemos cumplir el mandato y alejar la negatividad de nuestras conductas y sobre todo de las palabras, para poder continuar perseverando en nuestro camino de bendición.