Juan 1.8-9
“Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.”
Todos los juicios que Dios permite son justos, buenos y rectos. Él promete guardar a su remanente de la misma manera que lo hizo con Yisrael cuando se encontraba cautiva por Egipto y Él mandó el juicio de las plagas.
Pero para que ellos fuesen salvados, Yisrael tuvo que alinearse a la instrucción de Yahweh; quiere decir que cuando el Señor manda un juicio a una nación a causa de transgredir su Toráh, el remanente de Yisrael que se encuentre inmerso en ese perímetro tiene que hacer manifestar acción de arrepentimiento y cambio de dirección, volver su rostro a Dios, y escuchar sus instrucciones, obedecerlas y confiar que Él nos protegerá trayendo salvación a su pueblo.
Por ello en este tiempo tenemos que arrepentirnos y purificarnos. Yahweh lo conoce todo pues Él lo ve todo, Él conoce en que hemos fallado, pero el hecho de ir delante de su presencia a reconocer y confesar las transgresiones nos trae libertad, perdón y purificación de parte de Dios.
Esto lo sabía el salmista David, él exponía su pecado delante del único en quien podía confiar, que le podía dar verdadera purificación y libertarlo de la opresión espiritual que sentía por haber pecado delante de YHWH (Tehilim/Sal. 51), de la misma manera nosotros podemos acercarnos a Él para arrepentirnos y que Él nos purifique.