Dichoso aquel que se le perdonan las trasgresiones

Salmos 32.1-2

“Dichoso aquel a quien se le perdonan sus trasgresiones, a quien se le borran sus pecados. Dichoso aquel a quien el Señor no toma en cuenta su maldad y en cuyo espíritu no hay engaño”

El perdón es un reto donde la vida nos invita a imitar el carácter de nuestro creador. Dice la escritura que todos los hombres son malos, es decir, que se ha encontrado maldad en el. Sin embargo también la palabra muestra como el Eterno en su misericordia perdona los errores del hombre una y otra vez borrando toda evidencia e sus faltas.

Así como nosotros hemos caído en maldad, en trasgresiones contra de otros y hemos recibido el perdón divino, es necesario que ejercitemos también perdón sobre aquellos que faltan contra nosotros.

La evidencia que deja al descubierto el gran corazón de una persona, es justamente su capacidad de perdonar y dar nuevas oportunidades a aquellos que han hecho lo malo no solo delante de ellos sino delante de DIOS.

El perdón es el mejor ejercicio para mantener un corazón sano, quien no lo practica seguramente recibirá el mismo trato y peor aún no podrá esta en paz consigo mismo y con los demás.

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