Lamentaciones 3.22-23
“Por la misericordia de Yahweh no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.”
Cuanto nos cuesta perdonar a veces, dejar pasar la ofensa y otorgar una nueva oportunidad a quien nos ha herido. Esto es algo que le pasa al ser humano en general y no todos logran alcanzar ese perdón en el corazón.
Por mucho tiempo somos capaces de albergar sentimientos negativos hacia una persona y recordar las veces que nos ha fallado y lastimado, lo peor es que no nos damos cuenta cuánto daño nos hace a nosotros mismos.
Por eso al compararnos con el Dios viviente nos damos cuenta que no hay amor más perfecto que el de Dios, el cual es abundante en misericordia para perdonar, y cada día hace salir el sol sobre justos e injustos como señal de la renovación de su misericordia en cada amanecer.
Pero hay algo en la palabra que debemos tomar en cuenta, se trata de que así como esperamos el perdón del Eterno también debemos perdonar a nuestro prójimo sus ofensas.
Los procesos y los días difíciles revelan lo que siempre había estado en nuestro corazón, es por ello que podremos perfeccionar nuestro carácter en medio de estas pruebas.
Mateo 6.14-15
“Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.”
El perdón es un don maravilloso que trae sanidad y paz, es por eso que Dios se pone delante de nosotros como mayor ejemplo para que ejercitemos el perdón y la misericordia y tengamos una vida plena y un corazón sano.