Tener como prioridad en nuestras vidas el estar revestidos de la palabra de Dios, el usar un lenguaje que demuestre cuanto amamos a Dios y mantenernos enfocados en seguir sus sendas no es cuestión de religiosidad sino de obediencia.
La obediencia es progresiva, vamos escalando sus niveles, a medida que obedecemos en los pequeños detalles seremos capaces de obedecer en los grandes. Una obediencia sin reservas se demuestra en nuestras acciones sin cuestionar aquello que debemos cumplir ni querer hacerlo según nuestro razonamiento u opinión personal
Isaías 5.20
“Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo”
Cuando no obedecemos nos desenfocamos y al mirar atrás vemos el valioso tiempo que perdimos pues ya no tenemos las mismas fuerzas.
Las generaciones que vienen detrás de nosotros no seguirán el camino que les indiquemos sino que seguirán los pasos en el camino que nosotros transitamos, por lo tanto es importante obedecer.
