Salmos 73.26
“Podrán desfallecer mi cuerpo y mi espíritu, pero Dios fortalece mi
corazón;
él es mi herencia eterna.”
Una herencia consiste en aquellos bienes que se obtienen conforme a la voluntad de su dueño en su deseo por traspasar dichos bienes a otro individuo sin tener que pagar nada ni haber hecho nada para merecerlo, simplemente es un derecho para la familia directa y un beneficio para otros en los que se deje la voluntad plasmada.
Por lo general los padres dejan herencias a sus hijos, una vez partan con el Eterno, es decir, todos sus bienes serán traspasados como herencia y serán posesión de ellos en un momento determinado.
Pero si no hay bienes, no hay herencia, esto quiere decir que muchas personas no gozan de esta maravillosa dadiva.
Pero cuando se trata de las cosas eternas, las cosas del cielo, ningún hombre podrá igual lo que Dios tienen para entregarle a sus hijos, la herencia de aquellos que decidan confiar en el será Él mismo y al contrario de los bienes materiales él estará con nosotros para siempre.
El estará con nosotros para fortalecernos cuando perdamos las fuerzas, fortalecer nuestro corazón si estamos agitados y llenarnos de vida, su herencia celestial no se compara con nada que podamos obtener en la tierra.