Daniel 1.8-9
Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse. Y puso Dios a Daniel en gracia y en buena voluntad con el jefe de los eunucos.
Daniel era un hombre muy sabio e inteligente, era entendido en los tiempos y conocía muchas revelaciones. Este hombre tuvo encuentros angelicales y Dios le revelo el futuro de los días.
La biblia dice que en cierta ocasión el rey Nabucodonosor tuvo un sueño y ninguno de sus sabios lo pudo interpretar, por eso mando llamar a Daniel y así fue conocido su nombre y así fue considerado grande entre los hombre de Babilonia pues el Espíritu de Dios estaba sobre él.
A veces nos asombramos al ver lo que Dios puede hacer con sus siervos y nos maravillan sus hazañas, pero pocas veces nos detenemos a indagar sobre cómo llegaron hasta allí. Cualquier persona ungida y exitosa en Dios tuvo que rechazar muchas cosas, morir a sus deseos y ser procesado antes de ser usados por Dios.
Nadie llega a la cima sin tener que pagar el precio. Daniel a parte del nivel de oración que tenia y de su intimidad con Dios, al llegar al reinado y ser escogido como consejero junto a sus compañeros no se amoldo a las costumbres de ese reino sino que mantuvo las enseñanzas del Eterno.
El se negó a comer la misma comida que el rey arriesgando incluso su vida porque sabía que esa comida podía contaminar su cuerpo y espíritu. La palabra no dice que Dios lo obligo, sino que el mismo tomo la decisión de hacer lo correcto.
El dijo “yo voy a ser santo en medio de este reino”, tenemos que tomar a Daniel como nuestro ejemplo, hay cosas en la vida en las que nosotros tenernos que tomar la decisión y dominarnos a nosotros mismos. Para poder escalar profundidades en Dios necesitamos tener dominio propio.