Génesis 4.3-7
“Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Yahweh con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante. Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él.”
Entre la descendencia de Adán se encuentran Caín y Abel. Dios le había dado la revelación a Caín de traer ofrendas a Dios y conectarse con su presencia, la biblia habla de la ofrenda de Caín, pero de la ofrenda de Abel detalla lo buena que es.
El tema no es traer ofrenda, es con qué actitud le entregamos las ofendas. Podemos estar orando pero sabemos que son solo 20 minutos que nos sobraron en el día. Eso no es tener a Dios como prioridad, sino como segundo en la vida.
No es lo mismo darle a Dios una ofrenda que darle lo primero, las primicias. Cuando honramos a Dios el nos honra a nosotros.
Este es un principio extraordinario “Dios debe ser primero”. El que se levanta muy temprano y habla con Dios primero, sabrá hablar con los hombres después. Debemos poner a Dios en la prioridad correcta, Abel conquisto la atención de Dios porque trajo lo primero y lo más gordo de la cosecha, no así Caín que trajo lo que le sobro de la cosecha.