Nehemías 6:9
“Porque todos ellos nos amedrentaban, diciendo: Se debilitarán las manos de ellos en la obra, y no será terminada. Ahora, pues, oh Dios, fortalece tú mis manos”
Las pruebas que Dios coloca en nuestro camino son un medio para fortalecernos y para hacer más sólida nuestra fe en Su Poder. Ninguna carga que encontremos será lo suficientemente grande como para superar las fuerzas que El Señor nos ha otorga, porque Él nunca nos hará pasar por una senda que no podamos atravesar.
Prueba de ello es la historia de Nehemías, quien encabezó la reconstrucción de los muros de Jerusalén. A pesar de lo arduo que representaba la culminación de aquella obra, se negó a abandonar la tarea. Enfrentó insultos e intimidación de parte de diversos enemigos, e injusticias de su propio pueblo (Nehemías 4–5). Los enemigos incluso insinuaron que tenía intereses personales. Pero él buscaba la ayuda de Dios mientras hacía todo lo posible para defenderse.
A pesar de los desafíos, el muro se terminó en 52 días, pero la labor de Nehemías no había terminado. Instó a los israelitas a estudiar las Escrituras, a adorar y a cumplir la ley de Dios. Después de gobernar doce años, volvió para asegurarse de que sus reformas continuaran en vigencia. Comprometió toda su vida a liderar a su pueblo.
Todos enfrentamos desafíos y dificultades en la vida. Pero, así como Dios ayudó a Nehemías, también nos fortalecerá las manos por el resto de nuestra vida en todo lo que nos dé para hacer.