Mateo 5.43-45
“Oíste que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.”
La inestabilidad de la sociedad nos recuerda que el hombre moderno viaja por una carretera llamada “odio”, en un viaje con destino a la destrucción y a la condenación. Amar aun a los enemigos es la clave para la solución de los problemas de nuestro mundo.
Yahshua comprendía la dificultad inherente al acto de amar a los enemigos. Sabía que toda expresión genuina de amor encuentra su origen en el acto de rendirse a Dios.
¿Cómo amar a los enemigos?
Primero, demostramos el amor por medio de nuestra capacidad para perdonar. Quien no sabe perdonar, tampoco sabe amar. Es imposible amar a los demás sin primero aceptar la necesidad de perdonar las injurias recibidas.
Perdonar no quiere decir que uno ignora la ofensa. Por el contrario, quiere decir que la ofensa ya no es impedimento para entrar en y mantener una relación. El perdón crea la atmósfera necesaria para volver a empezar, libres de las cargas del ayer.
¿Por qué amar a los enemigos?
Ahora vayamos del “cómo” a “¿por qué debemos amar a nuestros enemigos?”
La primera razón es evidente: Pagar odio con odio sólo multiplica el odio. El odio no puede vencer al odio; sólo el amor puede vencerlo.
Que bendición.
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