Tener un hijo es literalmente ver producirse dentro de sí el milagro de la vida. Pero perderlo es algo que ni siquiera tiene explicación. No se le puede dar argumento válido a una madre que ha perdido a un hijo para tratar de mitigar su dolor.
El amor de los padres hacia los hijos es el más parecido en relación al de Dios hacia nosotros su creación, es un amor capaz de dar, sufrir, llorar, sacrificar y mucho más por el bien de ese hijo.
La ley natural de la vida establece que primero parten los padres con el Eterno y luego los hijos, es decir, los hijos son quienes entierran a los padres. Pero a pesar de ello no siempre sucede así como todos quisiéramos y lamentablemente muchas mujeres ven con profundo dolor partir a sus hijos.
Uno de esos casos son aquellas mujeres que no logran llevar a término su embarazo porque tuvieron un aborto espontaneo, ¿Cómo consolarlas?, es realmente difícil, sin embargo hay algunas cosas maravillosas más allá del dolor.
-Quien pierde un hijo en el vientre vivió la maravillosa experiencia de haber tenido vida dentro de ella. Ese ser le dio un nuevo rol en la vida “madre”.
-Mas allá de establecer si es justo o no, una madre o un padre que pierde un hijo luego de años a su lado habrá alcanzado una experiencia y amor tan maravilloso que ni la muerte podrán borrar.
2 Corintios 1:3-4
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Yahshua, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que también nosotros podamos consolar a los que están sufriendo, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios”.