Es importante que como el águila nos remontarnos a la presencia de Dios para buscar su ayuda, y escondernos en el. No olvidemos que él, es escondedero contra el enemigo, el es escudo a los que en el esperan, es como sombra de gran peñasco en tierra calurosa, es nuestra torre fuerte, a él correrá el justo y no será desamparado. Y además: es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestro pronto auxilio en la tribulación.
Es hora entonces de encerrarnos en una dieta especial de ayuno, de oración, de la búsqueda intensa de la presencia de Dios. La palabra del Señor dice: Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; Entonces (solo hasta entonces) Yo oiré desde los cielos, y perdonare sus pecaos (lo que estorba la bendición de Dios) y sanaré su tierra. 1º de Crónicas 7; 14-15.
Cuán grande es el poder de la oración. Cuan poderosos sus efectos cuando logramos realizarla en las condiciones que Dios lo demanda. Orar es dialogar con Dios. Es hablar de tú a tú con él; Es conocerlo para poder adorarlo. El corazón contrito y humillado no lo despreciarás tú oh Dios.