Muchos han experimentado situaciones dolorosas en el pasado y, a pesar de haber llegado a los pies de Yahshua, siguen sufriendo por esas heridas que en determinado momento recibieron. Muchos venimos de hogares disfuncionales, heridas y ese vacío en nuestro corazón.
Salmo 27:10
“Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Yahweh me recogerá”.
Dios nos toma en sus brazos para llenar esos vacíos, sanar esas heridas y darnos el consuelo que necesitamos. Quizás hay cosas que no podemos cambiar, pero si con la ayuda de Dios las podemos superar y en ese proceso Dios nunca nos dejara solos.
Llorar nos libera poco a poco, mas cuando echamos toda nuestra ansiedad a Dios, nuestros sentimientos y emociones, para que podamos hacerle frente a esas cosas que nos han afectado durante años. Tenemos años en el evangelio pero quizás todavía hay personas que no soportamos verlas ni en pintura; sin embargo es necesario superar esta situación.
Necesitamos sacar esos resentimientos del pasado para sentirnos libre por fin de ese peso que hemos cargado por años.
En la parábola del buen Samaritano vemos como son vendadas las heridas de aquel que fue lastimado. Aceite y vino se le hecho a las heridas, pues representa la unción del Espíritu de Dios y el gozo que solo nuestro Señor Yahshua puede darnos. Así que debemos buscar con todo nuestro corazón a nuestro Dios porque sin duda alguna es el único que puede sanar con toda certeza nuestras heridas más profundas.