La depresión es una de las dolencias más comunes en nuestra sociedad. Incluso aquellos individuos que no llegan a enfermar de ella, sufren a menudo oscilaciones cíclicas de ánimo y cambios de carácter similar a los síntomas depresivos.
El contenido semántico del vocablo depresión es amplio, se usa como sinónimo de melancolía, tristeza, estrés, desaliento, desilusión que son de por sí, estados de ánimo integrantes en la normalidad.
No se puede concebir la depresión como el resultado de una causa única, siendo su origen multifactorial. Factores biológicos, genéticos y psico-sociales, determinan las diferentes formas clínicas de la predominancia de uno u otro factor.
Hay consuelo para aquellos que están deprimidos, hay esperanza y un mejor camino. Ese camino es Dios, ábrele tu corazón, y dile todas tus penas y todo tu pesar, que él te escuchará y te comprenderá lo que tu alma y tu espíritu hoy siente. Dios es mayor que nuestro corazón y conoce todas las cosas, él conoce tus circunstancias y tus preocupaciones, cuando creas que estás solo, reconoce que él contigo está.
Nuestro amoroso padre celestial, no solo ve nuestros pecados y errores, él sabe que hay circunstancias atenuantes, él está enterado de nuestro curso de vida y nuestros motivos e intensiones.
Dios es misericordioso y benévolo, tan lejos como está el naciente del poniente, así de lejos ha puesto de nosotros nuestras transgresiones. Él conoce bien la forma de nuestro espíritu y de nuestra alma y se acuerda que somos polvo. Verdaderamente nuestro Dios es un Dios misericordioso y nos extiende una invitación, de arrojar nuestras cargas y nuestros pesares sobre él.
Sin duda el puede revivificar el corazón de los que sufren, porque él se interesa por nosotros como sus hijos.