Cuando nos convertimos a Yahshua, en nuestro cuerpo y en nuestra mente van quedando áreas que no han sido totalmente rendidas al Señor y por ello, Él no las ha podido tratar, es por eso la importancia de rendirnos ante él y dejarle obrar en nuestras vidas.
Tal vez pasen años, tal vez se convierta en un ferviente adorador de Dios, pero la realidad es que ésas áreas que no fueron entregadas al dominio del Señor nos serán de prueba o tropiezo en nuestro camino Mesiánico.
La mente humana o parte de ella, o áreas de nuestra vida que dejamos de entregar al señorío de Yahshua, pueden permanecer mucho tiempo en cautiverio, en tinieblas, encerrada en cuevas o cavernas cerebrales, atemorizada por lazos y palabras que Satanás susurra a nuestros oídos y que impiden una apertura plena a Dios, pero esto sucede si es que no tomamos una decisión sería en Yahshua de levantarnos contra ése cautiverio, rindiendo toda área de nuestra vida a la supremacía y guía del Señor.
Pero si clamamos de corazón, cuando elevamos nuestras súplicas con humildad y reconociendo a Yahshua como nuestro Señor, arrepintiéndonos de nuestras faltas, sucede lo que tanto anhelamos y comienza nuestra libertad.
Comienza a creerle a Dios, afírmate en su palabra y en la seguridad que tú eres un tesoro precioso para el Señor, un valiente siervo o sierva del Señor de suma utilidad para su obra y en ésa seguridad destruye los altares que el mundo ha creado, rompe con las imágenes o ídolos que el sistema creó, rompe con las ataduras de la vida pasada donde el Mesías no iluminaba.