Imagina que estás viviendo en un reino donde el rey tiene el máximo control sobre la vida de tu hijo.
Él decidirá quién será tu hijo, a dónde irá, con quién se asociará. Y, como es un rey bueno, amable y sabio, le permite acceso las 24 horas a su cámara, donde puede venir a decirle todo lo que le gustaría que sucediera en la vida de su hijo.
Puede pedir todo tipo de cosas locas, improbables, salvajes y maravillosas para su hijo, y el rey escuchará sus peticiones.
¿No correrías hacia su cámara? ¿No estarías de manera permanente allí, pidiéndole que ayude a tu hijo, que lo guíe, que le haga crecer, que lo mantenga en el camino correcto?
La verdad es que este es el reino en el que vivimos. Solo nuestro Rey es también nuestro amoroso Padre, quien ama a nuestros hijos más que nosotros. Me pregunto por qué somos tan lentos para ir a él en su nombre?
Hay una diferencia entre desear y orar. Hay una diferencia entre cruzar los dedos, esperar que todo salga bien y volverse al Dios del Universo, orando para que actúe. Podemos desear muchas cosas buenas para nuestros hijos. Podemos anhelar verlos rescatados por Dios. Podemos estar desesperados por verlos cambiar y crecer y conocerlo más a Dios. Pero, cuando no nos tomamos el tiempo de orar fervientemente por estas cosas, estamos desperdiciando el preciado privilegio de clamar a Dios en nombre de nuestros hijos.
Mamás, vamos a orar, y un día, cuando estemos allí frente a nuestro Rey, nos sentiremos como en casa, habiendo corrido a Su cámara muchas veces antes, y continuaremos una larga y dulce conversación con nuestro buen Padre.
Una pregunta es biblia catolica o que tipo de Biblia es ?