El orgullo ciega. Este hecho es porque frecuentemente es difícil ver el orgullo en nosotros mismos, y es aun tan fácil verlo en otros.
He aquí una lista de ejemplos de manifestaciones del orgullo que pueden fácilmente despejar el humo de cualquier justicia propia
-Quejarse contra o pasar juicio sobre Dios. Una persona orgullosa en una situación difícil piensa, “Mira lo que Dios me hecho después de todo lo que yo he hecho por Él” (Números 14:1–4, 9, 11; Romanos 9:20).
-Una falta de gratitud en general. Las personas orgullosas usualmente piensan que merecen lo que es bueno. El resultado es, que ellos no ven ninguna razón para estar agradecidos por lo que han recibido.
De hecho, pueden hasta quejarse porque piensan que merecen lo mejor. Tienden a ser críticos, quejosos, malagradecidos y descontentos.
La persona orgullosa no tiene la práctica de estar agradecidos hacia Dios o hacia otros (2 Crónicas 32:25).
-Ira. Una persona orgullosa es regularmente una persona enojada. Nuestra ira puede incluir arranques de ira, aislamiento, hacer mala cara, o frustración.
Una persona mayormente se enoja porque sus “derechos” o expectativas no son satisfechas (Mateo 20:1–16).
-Verte a ti mismo mejor que los demás. Un orgulloso usualmente está en la cima menospreciando a otros.
El orgulloso se disgusta fácilmente y tiene poca tolerancia por las diferencias (Lucas 7:36–50).
-Teniendo una vista inflada de tu importancia, dones, y habilidades. Muchos orgullosos tienen una percepción muy equivocada de si mismos.
Ellos necesitan una amorosa dosis de la realidad. Necesitan oír, “¿Qué tienes que Dios no te haya dado?” (1 Corintios 4:7).
-Estando enfocado en la falta de tus dones y habilidades. Algunos orgullosos parecen no ser orgullosos, porque siempre están lamentando su condición. Esto es todavía evidencia de orgullo porque está enfocado en sí mismo y quiere ser elevado.