Las mujeres son tan delicadas como lo es su hermosura, son la tierna y dulce creación del Eterno para que fueran compañía y ayuda idónea del hombre.
1 Pedro 5.7-8
“Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.”
Es una ordenanza bíblica que las mujeres sean tratadas de forma especial, no por una condición de debilidad sino de honra hacia ellas. Visto de esta forma es una gran responsabilidad la de los maridos dar dicho trato a sus mujeres.
De hecho la escritura habla que de no hacerlo de esa forma, le seria estorbo para el hombre tener una comunión con el Padre en oración.
Y es que ¿Qué padre no quiere lo mejor para su hija y que sea tratada como una princesa? Si los padres naturales quieren buenas cosas para sus hijos cuanto más el creador.
La paciencia, dedicación, el saber escuchar y dar un abrazo a tiempo son varias de las tantas cosas que una pareja debe tener presente para mantener un trato adecuado.
A pesar de toda la fuerza y el vigor de los hombres, su trato hacia las mujeres debe ser como tener una copa de fino cristal entre sus manos.
Proverbios 31.10
“Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas.”