En esos momentos de dolor y desesperanza la palabra del Eterno trae consuelo y conforta a todos los enlutados.
Salmos 46
“Dios es nuestro amparo y fortaleza”.
Salmos 32.7
“Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia; Con cánticos de liberación me rodearás”.
Salmos 138.3
“El día que clamé, me respondiste; Me fortaleciste con vigor en mi alma”.
Isaías 40.29
“El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas”.
Juan 5.24
“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”.
Juan 11.25-26
“Le dijo Yahshua: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?”.
Juan 14.2
“En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros”.
2 Corintios 1.3-4
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Yahshua, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios”.