Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo (Isaías 1:16)

Hoy el señor nos dice en su palabra, que debemos estar limpios para estar en su presencia, y es que cómo puede concebirse estar ante el Altísimo siendo pecadores, cuando en nuestro corazón existen sentimientos de rabia, envidia, enojo, egoísmo  para con nuestros hermanos.

Si somos capaces de hablar mal de quienes están a nuestro lado, si juzgamos el comportamiento de los demás y no miramos el nuestro, si admitimos en nuestra mente deseos y pensamientos negativos.

No debemos acercarnos a Dios en estas condiciones. Debemos cambiar el traje del pecado, por el traje de la conversión y la sanación espiritual. Debemos ser hombres nuevos, personas de bien, con debilidades como todo humano, pero con la entereza de querer seguir el camino del bien y siendo testimonios constantes de ello.

Dios en todo momento nos da una nueva oportunidad para seguirlo, pero solemos evadir su invitación. Nos queda más fácil irnos por el camino del mal, que recorrer el camino de la santidad y el bien.

Acompáñanos en la reflexión de este hermoso mensaje bíblico, un llamado para hacer un alto y continuar por el sendero correcto, un camino que por medio de la oración bien que se puede llegar.

 

 

 

 

 

 

 

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