Que agradable es estar en compañía de tus amigos y familiares, poder compartir momentos de recreación, disfrutar del aire libre y apreciar las maravillas que Dios ha creado para ti.
En el trabajo, colegio o en la universidad, diariamente te rodeas de muchas personas, cada quien con una manera de pensar diferente, donde la tolerancia debe prevalecer muchas veces para entender y aceptar a los demás con sus defectos y cualidades, igual que tú, somos todos diferentes y únicos. Lo único que nos une en común, es ser hijos de Dios, razón suficiente para amarnos los unos a los otros, tal como Dios nos mandó.
Sabes que eres hijo de Dios y eres testimonio vivo de su presencia en tu vida, en todo lo que tienes y recibes. ¿Hablas de Dios con tus amigos, les has predicado su evangelio, les has contado las manifestaciones que él ha tenido en tu vida?
No, ¿porque te da pena, que sepan que amas a Dios?, no temas en hablar de Dios con los demás, aunque te miren extraño, aunque no compartan tus creencias, aunque te tilden de loco, a pesar de las diferencias con otros. Tu deber como cristiano es ser un agente multiplicador de su amor y sus milagros. Tu testimonio será gran estímulo para quienes empiezan a acercarse al camino de Dios.