Definitivamente el amor a Dios nos hace grandes y fuertes. La relación con Dios, empieza en el hogar y el ejemplo de los padres, son ellos fundamentales para que los niños en casa comprendan y aprendan a amar a Dios. Conocer quien es nuestro padre, quien nos ilumina y guía en el camino, quien es el rey de reyes. Son enseñanzas que aprendemos con nuestros padres.
Los niños son participes del amor de Dios, son sus grandes consentidos. Que alegría debe sentir Dios, cuando los niños son obedientes, cuando rezan junto a su familia, cuando agradecen al recibir los alimentos, cuando se sienten tristes o contentos y con una mirada al cielo, se encomiendan a su amor.
Asistir a misa dominical, rezar el santo rosario, leer la Santa Biblia, estudiar el catecismo para recibir la Comunión, son eventos importantes que todo niño debe experimentar en compañía de sus padres. La orientación con amor y disciplina conducen por el camino de la santidad a los más pequeños.
Poco a poco los niños aprenden con el ejemplo que reciben en su hogar, que son ellos herederos del amor de Dios, y poder relacionarse con él, es un privilegio que nadie debe desaprovechar, un verdadero cristiano, no descuida su relación con Dios.