Jesús pudo haberse revelado a la decisión de su padre, pero el acepto su voluntad, porque te ama, murió por amor. Él sabe que su padre lo ama, porque el sacrificó su vida para poder volver a tomarla de nuevo. Nuestro Padre, tiene toda la autoridad de entregar la vida de su hijo y tomarla cuando quiera.
Dios entregó a su único hijo para librarnos del pecado, para que todo el que verdaderamente crea en él no se pierda, sino tenga vida eterna. Nuestro padre celestial, sabía que nosotros no podíamos alcanzar el perdón por nuestros pecados, no quería que ninguno se perdiera, por esto decidió que Jesús se sacrificara para lograr el perdón de nuestros pecados.
En algún momento a todos nos llegara la hora de morir, tu tiempo de paso por la tierra se terminará, y ¿que vendrá luego? Aquí no termina la vida. Al contrario es el momento de comenzar, un comienzo a la vida eterna. Una vida que obtendremos si te la has ganado, tus actos en la tierra te abrirán estas puertas o de lo contrario, vivirás en las tinieblas.
Dios nos ama y desea que todos estemos junto a él, disfrutando de su promesa, una vida eterna. Compartiremos el cielo, allá no hay tristezas, dolores, hambre, ni angustias. Allá hay amor, paz y felicidad.